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Desde los años de la Gran Depresión, los vagabundos vivían a lo largo de Kingsbury Run, una zona cerca del río en Cleveland (Ohio), donde se refugiaban los miles de desocupados, cubriéndose con cartones y aumentando su población todos los días, con el paso de los trenes. El 5 de septiembre de 1934, apareció el llamado “Torso Playero”. Se trataba de un cadáver mutilado al cual se le había cortado a la altura de la cintura y las piernas al nivel de las rodillas. Los brazos y la cabeza nunca se encontraron. En el informe de la autopsia se dijo que el cuerpo había sido conservado un tiempo en cal. Al año siguiente, se encontraron dos cuerpos más, con mutilaciones similares. Al parecer el asesino tendría una predilección por las víctimas de las periferias, gente sin protección y más bien dedicada al vagabundeo, aunque se deprende de algunas lecturas sobre este tema que también había matado a “blancos”.

Uno de los cuerpos contenía una mensaje singular, sobre la parte posterior de un muslo había dejado la figura del protagonista de una tira cómica llamada “Educando a Papá” (Bringing up father) que en Argentina fue publicado por el diario La Nación con el título de “Pequeñas delicias de la vida conyugal” La tira desarrolla las peripecias de un inmigrante irlandés en Estados Unidos, Jiggs (Trifón o Pancho en la traducción), quien se hace repentinamente millonario, pero no quiere abandonar a sus viejos amigos ni sus antiguas costumbres, para consternación de su esposa, Maggie (Sisebuta o Ramona), una arribista social encantada con su nueva situación la cual tiene un carácter dominante.

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Dos meses después del inicio de los crímenes, se designó a Elliot Ness  encargado de combatir la corrupción policial en la ciudad. Ness fue promovido a Investigador Principal de la Oficina de Prohibición para Chicago y en 1934 para Ohio. Después del final de la Prohibición en 1935, tomó un trabajo con la administración local de Cleveland como el Director de Seguridad Pública. Dirigió a una campaña para limpiar a fondo la policía corrupta y los cuerpos de bomberos, y también abordar el juego ilegal y otros entretenimientos. Chicago estaba en paz, así que ya no necesitaba a un agente carismático del lado de la ley, por lo cual Ness tuvo que buscar trabajo.  A esta altura de la situación la prensa estallaba en rumores e información por lo que el autor misterioso estaba tomando protagonismo. Los asesinos seriales terminan dominando la atención de modo inevitable, hay en ellos un rasgo de vanidad y un intento de búsqueda de popularidad que nunca falla, mucho más si se dedican a plantar mensajes, no solo atractivos para todo el mundo si no también como un modo de desafiar y seducir al que los está atrapando. Un modo de entablar una relación seductora con la autoridad, un jugueteo simbólico.

Otro cuerpo apareció en una cesta y al principio, unos curiosos confundieron aquellos despojos con varios jamones. La cesta contenía los restos desmembrados de una mujer; la policía determinó que llevaba poco tiempo muerta, pues se envolvió uno de los muslos con periódico del día anterior. La investigación reveló que faltaban algunas partes del cuerpo, entre ellos, la cabeza

Las víctimas (001)

Días después, dos niños negros que atravesaban Kingsbury encontraron una cabeza cortada, envuelta en un par de pantalones. El resto del cadáver se encontró el próximo día, a menos de una milla de distancia de la cabeza. La víctima era un hombre joven, alto, de alrededor de veinte años, que lucía varios tatuajes. La víctima también estaba viva cuando se le decapitó. Eliot tomo una decisión más cercana a la necesidad de terminar con todo que de dilucidar el acertijo: ordenó incendiar en su totalidad una zona de asentamiento de vagabundos, Kingsbury Run. Una escena espectacular que nos hace pensar más en una técnica a lo gangster que en la solución de un detective mesurado y silencioso. Era también un mensaje para el asesino del torso, un mensaje caprichoso y desesperado. Y como detalle final, Ness ordenó a la policía una detención masiva de todos los merodeadores de la zona en esa noche del incendio.

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El 5 de junio de 1936 de hallaron los restos de un joven, otra vez en Kingsbury Run, al que llamaron “el hombre tatuado”, ya que nuevamente no consiguieron identificarle. Un testigo vio a un Sedan negro por las inmediaciones poco antes de ser descubierto el cadáver. El 10 de Septiembre de 1936 otra víctima más fue encontrada, era varón, 1,75 de altura y unos 70 kilos, decapitado e irreconocible, conocido simplemente “Numero 6”. Esta vez un testigo había visto una camioneta verde Ford, el 23 de Febrero de 1937, la parte superior del torso de una mujer apareció en las orillas del Lago Erie, el coronel se negó a vincularlo con el otro cuerpo aparecido en 1934, declarando que era mera casualidad. El 5 de junio de 1937 aparecería los restos de una mujer negra, los datos dentales sugirieron que era Rose Wallace quien había desaparecido semanas antes, pero no estaban seguros, en la bolsa con los restos estaba un periódico del 5 de Junio  1936, exactamente un año antes y el mismo día que hallaron al hombre tatuado. El asesino estaba jugando con la policía y con Elliot Ness. Aparece la víctima “número 9”, sus uñas estaban limpias y arregladas lo que les indicaba que no era un vagabundo y el método de desmembramiento era distinto, las incisiones eran dentadas y toscas el asesino tenía prisa, o su condición mental se deterioraba, el cuerpo había sido destruido y el corazón había sido arrancado de la caja torácica.

Ness creó un perfil: podía ser un hombre rubio, diestro, fuerte, con conocimientos de cirugía, por el modo de desmembrar los cuerpos y la forma en que eran movidos de lugar, y que debía tener algún lugar oculto para efectuar los atroces crímenes y posteriores desmembramientos. La policía registró cualquier sótano, cuarto, guarida o lugar sospechoso, pero no se encontró nada.  Las sospechas recayeron entonces en Francis E. Sweeney, hijo de una familia acomodada de Cleveland, y pariente de un congresista, que frecuentaba el suburbio de Kingsbury; era médico y que padecía de brotes psicóticos. Ness le realizó la prueba del polígrafo, la cual no superó,  aunque antes de que pudiera ser arrestado ingresó voluntariamente en un centro psiquíatrico y debido a su estado mental, legalmente no podía ser procesado.

El rival de Elliot Ness el comisario O`Donnell declaró el misterio resuelto al arrestar a Frank Dosel en Agosto de 1938, era un alcohólico y conocía a Flo Polillo una de las víctimas, conocido por su mal humor, la confesión firmada de Dosel no coincidía con los hechos y no se podía vincular con los crímenes, que sin duda eran el trabajo de la misma persona. Un defensor público descubrió que agentes le golpearon hasta que firmo la confesión, sospechosamente, Dosel fue hallado ahorcado en su celda.De repente los asesinatos cesaron pero en 1940 se hallaron tres cadáveres más correspondientes a dos hombres y una mujer en el interior de unos furgones, en un desgüace de Pensylvania. Los cuerpos aparecieron decapitados y habían permanecido bastante tiempo en el lugar.

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Ness se vio obligado a cerrar el caso sin hallar un culpable. La reputación de Ness cayó en picado y le afectó profundamente. Quiso hacerse un hueco en la vida política y se presentó a la alcaldía de Cleveland en 1947, pero no salió elegido. Ironías del destino acabó alcoholizado, y pudo sentir cómo en un lapso  corto de tiempo lamió tanto la miel del éxito como la hiel del fracaso. Murió en 1957, a los 54 años de edad, víctima de un infarto.